domingo, 30 de abril de 2017

Hipatia de Alejandría. Maria Dzielska. «Hipatia admite que la persona de Cristo es sagrada para ella, pero también siente afinidad por los dioses encamados en las eternas estructuras del universo»

Cortesia de wikipedia e JDACT

«(…) La hermosa y sabia discípula de Platón trata de convencer al severo patriarca Cirilo de que sólo hay una pequeña diferencia entre neoplatonismo y cristianismo: las palabras son ligeramente diferentes, el significado es prácticamente el mismo. Hipatia admite que la persona de Cristo es sagrada para ella, pero también siente afinidad por los dioses encamados en las eternas estructuras del universo. Las deidades se revelan en la belleza de la naturaleza, en el conocimiento de los cuerpos astrales, en la maravilla del arte, en la espiritualidad de los sabios que buscan la verdad. La declaración de Cirilo Tus dioses han quedado reducidos a polvo, a los pies del Cristo victorioso, provoca el credo apasionado de Hipatia: Ne le crois pas, Cyrille! Lis vivent dans mon casur, non tels que tu les vois, vétus de formes vaines, subissant dans le ciel les passions humaines, adores du vulgaire et dignes de mépris; mais tels que les ont vus de sublimes esprits: dans l’espace étoilé n’ayant point de demeures, forces de Vunivers, vertus intérieures, de la terre et du ciel concours harmonieux qui charme la pensée et l’oreille et les yeux, et qui donne, idéal aux sages accessible, á la beauté de l’áme une splendeur visible. Tels sont mes dieux! [No lo creas, Cirilo! Viven en mi corazón, no como los ves, vestidos de formas perecederas, sujetos hasta en el cielo a las pasiones humanas, adorados por el vulgo y dignos de desdén; sino como los han visto espíritus sublimes: en el espacio estrellado que carece de moradas, fuerzas del universo, virtudes interiores, unión armoniosa de la tierra y el cielo que encanta al pensamiento, el oído y los ojos, y que ofrece un ideal accesible a los sabios, y a la belleza del alma esplendor visible. Tales son mis dioses!].

Hipatia y Cirilo, lleno de exaltación y de éxtasis romántico acerca del paraíso de los griegos, concluye con una descripción de la indignación del obispo. No entiende en absoluto la fe de Hipatia en el mundo de las inteligencias divinas ni en la belleza natural del universo. Cirilo la amenaza a ella y a su mundo con la maldición del olvido, de la desaparición de la cultura antigua. Los poemas de Leconte Lisie se admiran y se leen mucho en el siglo XIX; y la imagen de una Hipatia enamorada de las formas ideales del mundo visible, en contraste con las esferas cerradas del cristianismo rígidamente dogmático de Cirilo, ha sobrevivido hasta nuestros días. Incluso en la actualidad tendemos a asociar la figura de Hipatia con el verso de Lisie le souffle de Platón et le corps d’Aphrodite, el espíritu de Platón y el cuerpo de Afrodita.

Gérard Nerval, contemporáneo de Leconte Lisie aunque algo más joven, cita a Hipatia en una obra de 1854, y en 1888 Maurice Barres publica un relato breve, la vierge assassinée, en una colección titulada Sous l’oeil des barbares. Barres afirma en su introducción que escribe el relato a petición de Leconte Lisie, su maestro parnasiano. La vierge assassinée combina elementos bucólicos con una presentación fría y austera de la filosofía y de las virtudes morales. La narración comienza cuando el joven Lucio conoce a Amarilis, encantadora y bella cortesana de Alejandría, en las orillas del Nilo, cubiertas de nenúfares. Los mármoles de un templo y de algunas esculturas griegas brillan más allá de los árboles y vemos además edificios de la urbe y barcos anclados en el puerto. La rica y hermosa Alejandría está, sin embargo, en decadencia: la ville étend ses bras sur l’océan et semble appeler l’univers entier dans sa couche parfumée et fiévreuse, pour aider á l’agonie d’un monde et á la formation des siécles nouveaux. [La ciudad extiende sus brazos sobre el océano y parece llamar al universo entero a su lecho perfumado y febril, para que suavice la agonía de un mundo y ayude a la formación de los siglos venideros].

Camino del Serapeo, donde de ordinario se encuentra a Hipatia (que recibe el nombre de Atenea en este relato), Lucio y Amarilis se tropiezan con una multitud de cristianos que expulsan de la ciudad a los judíos. Las personas que esperan a Atenea/Hipatia en la biblioteca del Serapeo hablan, alarmadas, de la secta cristiana que pretende imponer sus convicciones apoyándose en el descrédito de los templos, demasiado indulgentes, y en el abandono de las tradiciones primigenias. Recuerdan que el emperador Juliano pereció a manos de un cristiano cuando luchaba por defender los monumentos sagrados del pasado. Uno de los presentes intenta convencer a los helenos para que se defiendan de los bárbaros utilizando sus métodos, es decir, crueldad y violencia; de lo contrario esos bárbaros os aplastarán». In Maria Dzielska, Hipatia, de Alejandría, Epublibre, bigbang951, 23-7-14, tradução de José Muñoz, Proyec Scriptorium, Ex-Libris, 2004, Wikipedia.


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