quinta-feira, 24 de novembro de 2011

Jesús M. Usunáriz. Siglo de Oro. Relações Hispano-Portuguesas no século XVII. «La muerte del rey luso dio lugar a munerosas relaciones y rumores sobre la batalla, con versiones discordantes sobre la supervivencia del monarca, y estimuló la aparición de este movimiento de gran influencia y trascendencia en la vida portuguesa como fue el sebastianismos»


Cortesia de fcg e wikipedia

NOTA: Texto na versão original

D. Sebastián, Alcazarquivir, la unión de las Coronas y el conflicto internacional en las crónicas y relaciones de sucesos de la España de los siglos XVI y XVII
«Por un lado, la decadencia del reino, la imprudencia de su monarca mancebo, las luchas cortesanas y los malos consejeros auguraban un desastre que, una vez sucedido, sólo podia ser superado gracias al gobierno de qúen, según todos ellos, tenía los mejores derechos sucesorios a la corona portuguesa. Fue don Sebastián, no Felipe II, el principal responsable del futuro de su reino:
  • si el rey mozo Don sebastián de Portugal, en la jornada de África (donde murió) hubiera tenido espera antes de empredella, para hacer en su imaginación una clara y viva representación de las consecuencias que de su muerte resultaron de entrar los castellanos mano armada en su reino, pudiera ser que no aventurara tan fácil o tan temerariamente la sangre y fuerzas de sus portugueses fidalgos contra el moluco, sino que los qúsiera conservar enteras...”.
En la historia del pastelero Gabriel Espinosa, un fingido don Sebastián, se transcriben las declaraciones de fray Miguel de los Santos, inspirador de la farsa. según é1, fue el supuesto monarca qúen dio dos razones para justificar su ausencia del reino: «por haber quedado tan corrido después de la batalla, a que quiso ir con solo su parecer, contra el de todos» y porque había decidido peregrinar por el mundo «haciendo penitencia del general dúo que por su culpa había venido a todo su reino».
Todas las críticas hacia el monarca portugués fueron también un intento de dar respuesta a los opositores que en tiempos de la conquista y a lo largo del siglo XVII pusieron en duda las intenciones de los Austrias.

Cortesia de wikipedia

Primero contra los eclesiásticos, no en vano fueron muchos clérigos los que tuyieron un papel no poco importante en la oposición a los castellanos y en la difusión del sebastianismo. También contra todos aquellos que años ampararon la secesión portuguesa en la actitud del rey Felipe II: «si bien no falta quien escriba permitió la pérdida de su sobrino el rey don Sebastián, hurtando el cuerpo a los socorros que pudiera darle, para ocasionarle la ruína». Los textos, especialmente las repetidas advertencias de Felipe II a su sobrino, sirvieron también para acallar las voces que le hacían responsable de la derrota de la muerte del monarca portugués.
  • Mas como las buenas obras casi siempre las juzgan a mala pane, decían algunos que todas estas demostraciones del rey católico eran fingidas, porque deseaba que Sebastián fuese, porque sucediendo bien o mal le había de resultar utilidad grande, porque si sucedía que tomase Larache, o algún otro lugar marítimo, era mas utilidad del rey Filipo que suya, como quien tenía sus tierras más enfrente de África que ningún otro, y si sucedía que muriese en la empresa era la utilidad mayor porque heredaba el reino”.
La percepción del sebastianismo; burla e crítica de los autores españoles
La muerte del rey luso dio lugar a munerosas relaciones y rumores sobre la batalla, con versiones discordantes sobre la supervivencia del monarca, y estimuló la aparición de este movimiento de gran influencia y trascendencia en la vida portuguesa como fue el sebastianismos.

Cortesia de wikipedia

Si bien tiene razón Teruelo cuando afirma que el fenómeno no tuvo el mismo valor en la literatura española, y añadiría yo, en la historiografia española, que en la lusa, no hay que olvidar que los cronisras hispanos, los portugueses que escribieron en castellano, y las obras traducidas de extranjeros, todos ellos al servicio de la monarquía, procuraron que su obra apagara las llamas de la confusión, acallara todo aquello que pudiese alimentar las murmuraciones que tenían eco entre los pomtugueses, y despreciaron la aparición de «sebastianes» que contribuían, como movimiento político que era, a desestabilizar el dominio castellano. Pero también, con ello, quisieron refutar las voces extranjeras como las de Agrippa d'Augbigné, que afirmaba que la muerte del rey convenía a los españoles, dejando en duda la autenticidad de la desaparición del monarca luso. De hecho Baena, en 1642, justificaba su obra por esta razon: «El motivo que tuve para desear saber el trágico fin del rey don Sebastián de Portugal fue curiosidad de desvanecer las ficciones del vulgo sobre suceso tan lamentable».
La difusión de estos rumores era conocida por los cronistas «estando aquella gente con pensamientos fáciles para imprimir cualquiera cosa que quisieran». Las visiones de beatas y monjas «habidas por santas», de frailes y predicadores, encontraban el terreno abonado de la gente común. Herrera, poco tiempo después de los sucesos, describía muy bien este estado de ánimo.
  • Y muchas mujeres mucho tiempo después [de la batalla] estuvieron incrédulas de la muerte de sus maridos. Y esta ceguedad se extendió en el pueblo de Lisboa y después en todo el reino, no queriendo creer que el rey fuese muerto, conservando la esperanza de que había de parecer. Pero el tiempo, que todo lo cura, los desengañó desta inorancia”.
La confirsión había nacido en el mismo descalabro de la batalla. Ninguno de los suyos, escribe Cabrera Córdoba, vio muerto al rey ‘porque era infamia donde su rey quedaba muerto, quedar caballero vivo que pudiese referir la pérdida’». In Jesús M. Usunáriz, Siglo de Oro, Relações Hispano-Portuguesas no século XVII, Fundação Calouste Gulbenkian, Colóqui Letras, 2011.
Cortesia da FCGulbenkian/JDACT